Asentado en la cara norte de las laderas del San Mamede, en Ourense, El Bidueiral de Montederramo fue un día encrucijada de caminos que conectaban las tierras altas de Vilar de Barrio y Maceda con las de Queja a través de Montederramo. Un lugar sembrado de caminos y de leyendas, como la de que fue aquí donde, segundo el propio relato de
Blanco Romasanta, El Hombre Lobo de Allariz, devoró la mayoría de sus víctimas.
El Bidueiral de Montederramo aún conserva un haz de misterio y a su vez de enigmático.
El Bidueiral de Montederramo tiene una superficie de 1,9 hectáreas en sus aproximadamente 11 kilómetros de perímetro, que se cruza en no más de 3, de este a oeste, y los cortafuegos delimitan claramente el Bidueiral de Monterramo. En el pico del triángulo está la cima del San Mamede.
Bidueiral de Montederramo
Lleno de bosques y bosquetes caducifolios, en este momento es uno de los bosques de abedules mejor conservados de Galicia y uno de los mejores ejemplos de vegetación eurosiberiana más meridionales del noroeste de la península.
Situado en las empinadas laderas de la cara norte de la Sierra de San Mamede llegando hasta la misma cima, este espacio se aproxima a los 1.600 metros en su extremo superior y desciende hasta los 960 metros de altitud en su extremo inferior.
Hoy en día, por suerte, el Bidueiral de Monterramo tiene la consideración de Zona de Especial Protección, ZEPVN, que le vale un trato semejante al de los
Ancares o A Baixa Limia, y forma parte de un espacio de la Red 2000, la cuál es todo el conjunto del Macizo Central Ourensano.
Aquí confluían otrora una amalgama de caminos que hacían de este paraje una especie de encrucijada en torno al principal, El Camino de Santa Cruz o Camino de Queja.
Camino de ida y vuelta hacia el Valle de Maceda y las tierras más altas de Vilar de Barrio, hasta él llegaban y desde aquí cortaban los caminos de Montederramo.
Fue otro paraje que asistió a un considerable trasiego de gentes, bestias y carruajes que por este bosque atravesaban hacia múltiples destinos.
Bidueiral de Montederramo
El visitante transita por el Biduerial de Montederramo hoy en día precisamente por ese camino, una pista fácil de transitar, de trazado doce y, sobre todo, rodeada de decenas de estampas casi imposibles de captar por el ojo humano en toda su extensión, amplitud y grandeza.
En el Bidueiral de Montederramo los veranos son especialmente refrescantes y los
otoños incomparablemente íntimos.
En los días más tórridos del estío, el visitante puede sentir aquí una especie de frescor, algo así como un oasis entre la dureza de las escarpadas laderas del San Mamede. Aquí intenta siempre dejar transcurrir, como mínimo, las horas centrales de esos duros días de cualquiera verano.
Pero son los otoños los que en el Bidueiral de Montederramo deparan estampas incomparables, cromatismos peculiares a la caíada de la hoja de los abedules y una amplia gama de caducifolias que en pocos lugares de Galicia se manifiestan como aquí.
Agradable, íntimo, pero también con un cierto haz de enigmático. Aquí se encuentran Las Gorbias o Gorvias, uno de los escenarios que
Manuel Blanco Romasanta señaló como los de las muertes de casi todas sus víctimas.
Aquí, en este longevo bosque por lo que la mediados del Siglo XIX tantos caminos atravesaban, discurrieron también las correrías del Home Lobo de Allariz,
El Lobishome.
Y dijo él ante la Justicia que fue aquí donde, afectado de un mal que le volvía lobo en vez de hombre al sentir la irrefrenable necesidad de dar muerte la aquellas mujeres y sus hijos, donde los mató convertido en lobo.
Él Bidueiral de Montederramo fue un día encrucijada de caminos que conectaban a las tierras altas de Vilar de Barrio y Maceda con lanas de Queja a través de Montederramo. Un lugar sembrado de caminos y de leyendas, como la de que fue aquí donde, segundo él propio relato de
Blanco Romasanta, Él Hombre Lobo de Allariz, devoró a la mayoría de sus víctimas.