Cultura Galega Adiós, ríos; adiós, fontes; adiós, regatos pequenos; adiós, vista dos meus ollos, non sei cando nos veremos. (Rosalía de Castro) Comería a túa alma coma quen come un ovo doce novo, perfecto microcosmos no seu óvalo de nacre. (Estíbaliz Espinosa) Idioma meu, homilde, nidio, popular, labiego, suburbial e mariñeiro, que fas avergoñar ó burgués, ó señorito i o tendeiro. (Manuel María Fernández) Ás veces fáltannos palabras e ás veces sóbrannos, ás veces fáltanos o tempo de dicilas e ás veces pásanos o tempo de calalas. (Baldo Ramos) Os soños cantan coa gorxa xeada, como esclavos fan tocar os tambores. (Manuel Rivas) Mexan sobre nós e temos que dicir que chove. (Castelao) Díxenlle á rula: Pase miña señora! E foise polo medio e medio do outono por entre as bidueiras sobre o río. (Álvaro Cunqueiro)

La leyenda de San Xiao do Trebo


San Xiao era un humilde cazador y pescador casado con una hermosa joven. Una mañana invernal partió de caza, y en su ausencia llegaron a su hogar sus padres, empapados por la lluvia. La mujer de Xiao fue amable con ellos, y les dió cobijo en la mejor habitación de la casa, la habitación matrimonial, mientras les secaba la ropa en el fuego. Partió la mujer a buscar a Xiao para advertirle de la visita, pero al mismo tiempo este regresaba por un camino opuesto. Cuando llegó a casa y vió a una pareja en su lecho, pensó que su mujer lo estaba engañando, por lo que herido por la ira disparó a ambos, consumando el parricidio.

Al oir los disparos, la mujer de Xiao volvió, pero ya no había solución. Tales fueron la pena, el dolor y el arrepentimiento que sufrió el bueno de Xiao que acabó por convertirse en un santo.

Otra tradición asegura que la actual figura de San Xiao que descansa en la hermida llego por mar hasta aquí, en tiempos de los piratas, que saqueaban todas las costas por las que solían pasar. Al acercarse a Cariño, los profanos asaltantes decidieron tirar al mar la pequeña y coqueta figura del santo, amarrándole una enorme piedra al cuello para hundirla. Pero el santo obró un milagro, liberándose de las ataduras y llegando a la costa cariñesa a nado. Una vez allí, lo recogieron los marineros de la zona, que subieron la figura por el acantilado para construirle, allí mismo, una hermosa capilla que todavía perdura hoy en día.

Figura de San Xiao do Trebo

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