Cultura Galega Adiós, ríos; adiós, fontes; adiós, regatos pequenos; adiós, vista dos meus ollos, non sei cando nos veremos. (Rosalía de Castro) Comería a túa alma coma quen come un ovo doce novo, perfecto microcosmos no seu óvalo de nacre. (Estíbaliz Espinosa) Idioma meu, homilde, nidio, popular, labiego, suburbial e mariñeiro, que fas avergoñar ó burgués, ó señorito i o tendeiro. (Manuel María Fernández) Ás veces fáltannos palabras e ás veces sóbrannos, ás veces fáltanos o tempo de dicilas e ás veces pásanos o tempo de calalas. (Baldo Ramos) Os soños cantan coa gorxa xeada, como esclavos fan tocar os tambores. (Manuel Rivas) Mexan sobre nós e temos que dicir que chove. (Castelao) Díxenlle á rula: Pase miña señora! E foise polo medio e medio do outono por entre as bidueiras sobre o río. (Álvaro Cunqueiro)

La leyenda del Monte de Paralaia


El monte de A Paralaia, en Moaña, está plagado de tesoros y de encantos, de mouras y mouros que aparecen y desaparecen, de piedras con pilas que se llenan y se vací­an con la marea.

A Pedra do Mediodía, que está hendida, son dos hijas del rey de Provenza. El mozo que les quiso hacer el favor de desencantarlas se asustó cuando se transformaron en dos serpientes enormes, y, al decir:
¡Válgame la virgen del Pilar!, dejó el trabajo a medio hacer.

No se sabe dónde estaba la Cova da Paralaia (cueva de A Paralaia).

Hay testigos que la describen como de amplia entrada, unos dos metros de altura, dos escalones de bajada y amplio recibidor abovedado en el que confluí­an cuatro o cinco galerí­as.

Para hacerse rico, hay que entrar en ella a las doce de la noche de San Juan.

Monte de Paralaia

Saldrá entonces una vieja moura con su manto de oro. Diciéndole “Pipar do saco” (“Pimplar del saco”), lo da todo.

Esa misma noche, a la misma hora, se peina a la vista una princesa moura que también puede dar tesoro, como también lo da el mouro encantado que vive allí si se hace lo que manda. Hay que ir por la mañana temprano y llevar un saco. Él saldrá en figura de cobra y hay que meterlo en el saco.

También se cuenta que en el año 1895 llegó un mouro a la puerta de la dueña del pazo de O Rosal y pidió prestado un carro con sus bueyes y dos criados, pues tení­a que ir a la cueva de la moura Paralaia.

Solamente entró el mouro en la cueva. Llovió, tronó y a la media hora salió el mouro con una figura de santo al hombro. La pusieron en el carro y la llevaron hasta la playa de A Xunqueira. El mouro se puso encima de la figura del santo y desapareció.

Justo un año después recibió la dueña del pazo un paquete con un pañuelo de seda roja y unas letras, muy agradecidas por todo, invitándola a que pusiera el pañuelo donde más le complaciese.

La dueña del pazo, la señora Mona, lo puso por velo en un nogal, pero al día siguiente el árbol desapareció.

Desde la Cova da Paralaia se puede ir por subterráneo hasta Meira, hasta Darbo o a la Cova de A Lontra en Tirán. Allí, a los huecos de las peñas, llega el agua del mar cuando sube la marea, lo que aprovecha una princesita moura, muy bonita, de largos cabellos dorados, vestida de blanco con su palangana y su peine de oro para el aseo. Quien le tire una piedra y le haga sangre, tendrá mucho oro.

Monte de Paralaia

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