En Santiago de Albá, ayuntamiento de Cuevas de Rey (Lugo) pasó una desgracia en el año veintiuno del siglo XX. Era por los Milagros y se presentó un chaparrón, y le decían:
-¡Baja, Manolo, baja!
Un hombre le decía así el rayo. Tanto se lo dijo que el rayo bajó y rompió el campanario de la iglesia de Albá.
A aquel hombre le pidieron cuartos para pagar los daños que había causado el trono, mil quinientas pesetas, pero el hombre no las quiso pagar.
Mas cuando le murió la mujer quiso que le habían tocado las campanas de la iglesia. No le dejaron; hasta que había pagado las mil quinientas pesetas no se las dejaban tocar.
Rayo
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