Cultura Galega Adiós, ríos; adiós, fontes; adiós, regatos pequenos; adiós, vista dos meus ollos, non sei cando nos veremos. (Rosalía de Castro) Comería a túa alma coma quen come un ovo doce novo, perfecto microcosmos no seu óvalo de nacre. (Estíbaliz Espinosa) Idioma meu, homilde, nidio, popular, labiego, suburbial e mariñeiro, que fas avergoñar ó burgués, ó señorito i o tendeiro. (Manuel María Fernández) Ás veces fáltannos palabras e ás veces sóbrannos, ás veces fáltanos o tempo de dicilas e ás veces pásanos o tempo de calalas. (Baldo Ramos) Os soños cantan coa gorxa xeada, como esclavos fan tocar os tambores. (Manuel Rivas) Mexan sobre nós e temos que dicir que chove. (Castelao) Díxenlle á rula: Pase miña señora! E foise polo medio e medio do outono por entre as bidueiras sobre o río. (Álvaro Cunqueiro)

La leyenda de la cobra encantada


Hubo una vez, hace mucho tiempo, en la comarca de Tierra de Montes, en la provincia de Pontevedra, un cura muy usurero y muy rico. En los treinta y tantos años que llevaba en la parroquia había juntado mucho dinero.

Era también especialista en hacer desconjuros y muy entendido en encantamientos y brujerías.

En aquellos años, la gente andaba en guerra, las llamadas guerras carlistas. Había partidas de guerrilleros que luchaban a favor de D. Carlos y partidas que lo hacían a favor de la reina Isabel. Los peores eran los que luchaban para sí, los que a la sombra de la guerra mataban y robaban cuanto querían.

El cura no las tenía todas consigo y temía por la fortuna que había amasado durante tantos años de recoger rentas, oblatas, dezmos ... Estos eran los pagos que tenía que hacer el Labrador a la Iglesia por aquellos tiempos de miseria para los pobres y de abundancia para los amos.

Foto de una cobra.

Había en casa del cura un criado con polillas de ser algo tonto, y así tonto y corto era considerado por todos; por el cura más. Al jovenzuelo lo que tenía de memo le hacía mucha falta; eso sí, era un poco cobarde de más. De siempre asisaba al cura cada vez que lo sentía ir a escondidas a guardar dinero en un cofre que tenía y que cerraba con dos llaves que colgaba al cuello.

Un día lo vio meter las monedas de oro y de plata que había en el cofre en una bolsa de cuero grande como el fuelle de un cabrito. El cura salió a la ventana y llamó por el. Le mando aparejar la bestia y que se preparara para acompañarlo. Metió la bolsa en las alforjas y se echaron al camino.

Cogieron hacia lo alto del Candán, que es una sierra que queda en un extremo de la Tierra de Montes, en el ayuntamiento de Forcarei. Anduvieron y anduvieron hasta que llegaron al alto, de allí bajaron hacia Grobas y a los diez minutos de camino el abad paró delante de una roca grande que tiene forma de visera y hace como una cueva pequeña en su base.

Al momento salió una culebra que estaba agachada en la cueva. Él la cogió y la ató al cuello de la bolsa y colocándola en el lugar exacto dijo estas palabras:

- Lo que de aquí te saque, tres besos te tendrá que dar.

Oyendo estas palabras el criado quedo atónito.

Imagen de una Cobra.

Durante el camino de vuelta pensó en robarlo y volver para su casa. Con todo ese dinero podría comprar tierras y vacas y vivir con su familia sin pasar las privaciones a las que estaba acostumbrado.

Pasó algún tiempo, pero el chico no esquencía el asunto. Una vez que el cura tenía que bajar a Santiago por dos días, ó que marchó de la casa, él cogió camino del Candán.

Llegado a la roca del encantamiento le salió la culebra con aspecto amenazador. Él se asustó mucho por ver que era tan grande, mucho más del que recordaba, y a la sazón marchó.

Al llegar a casa sin estar satisfecho decidió ir al otro día a desencantar el tesoro. Al amanacer salió, armado de valor. Llegado a la roca le volvió salir la serpiente, pero él pensó: "Mi amo dijo: Lo que de aquí te saque, tres besos te tendrá que dar". Obedeciendo el dicho, cogió el animal y le dio un beso en cabeza. La culebra se quedó un poco. Lo dio otro beso, este en el lomo y se quedó más. Por último le dio otro en la punta del rabo y la culebra se quedó del todo. Cogió la bolsa con las monedas y marchó para su tierra.

Si se fue feliz o no, no lo sabemos. Las gentes de Tierra de Montes, no tuvieron más noticias del chaval medio memo que estaba de criado del cura. ¿Que como se supo toda la historia? Ese es un secreto que no podemos desvelar...

Foto de una Cobra.

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