Cultura Galega Adiós, ríos; adiós, fontes; adiós, regatos pequenos; adiós, vista dos meus ollos, non sei cando nos veremos. (Rosalía de Castro) Comería a túa alma coma quen come un ovo doce novo, perfecto microcosmos no seu óvalo de nacre. (Estíbaliz Espinosa) Idioma meu, homilde, nidio, popular, labiego, suburbial e mariñeiro, que fas avergoñar ó burgués, ó señorito i o tendeiro. (Manuel María Fernández) Ás veces fáltannos palabras e ás veces sóbrannos, ás veces fáltanos o tempo de dicilas e ás veces pásanos o tempo de calalas. (Baldo Ramos) Os soños cantan coa gorxa xeada, como esclavos fan tocar os tambores. (Manuel Rivas) Mexan sobre nós e temos que dicir que chove. (Castelao) Díxenlle á rula: Pase miña señora! E foise polo medio e medio do outono por entre as bidueiras sobre o río. (Álvaro Cunqueiro)

Leyenda de O Con da Ventureira


En la localidad pontevedresa de Sanxenxo hay dos enormes piedras. La más grande se apoya sobre otra más pequeña, y reciben el nombre de O Con da Ventureira. Desde hace ya muchos años, se celebra allí el lunes de Pascua. 

La gente acude al lugar dicho día para celebrar O día do Con y realizar una comida campestre. Además ese día es festivo local en el ayuntamiento de Sanxenxo, por lo que mucha gente acude al Con da Ventureira con comida variada, aunque hoy no vamos a hablar de eso. Hoy vamos a hablar de la bonita leyenda que hay sobre O Con da Ventureira.

Cuenta la leyenda que cierto día, una joven que regresaba del monte de coger leña para la noche, se encontró con una Moura al pasar por O Con da Ventureira.

La Moura se encontraba sentada encima de una roca al tiempo que se peinaba con un cepillo de oro. Al ver a la joven caminar fatigada y cargando con el atado de leña decidió acercarse a ella, y, tras secarle el sudor de la frente con su mano, le dió un beso y se la llevó a su palacio subterraneo, el cual se encontraba bajo O Con da Ventureira.

Al desaparecer la joven, la gente del lugar la estuvo buscando durante semanas sin conseguir ningún resultado, por lo que con el tiempo, dejaron de buscarla. Pasaron así varios años hasta que un día la joven apareció de nuevo en la aldea. Las sortijas y collares, así como cuantiosas monedas, la hacían deslumbrar.


O Con da Ventureira, Sanxenxo, Pontevedra.


Cuando los vecinos la vieron llegar quedaron completamente a cuadros. No había envejecido nada. Durante horas les estuvo contando a todos lo que le había sucedido. Que se había encontrado con la Moura y que, una de las cosas que le había llamado mucho la atención, fueron las presillas de sus zapatos, pues no eran ni de hierro, ni de plata, ni de oro.

Despues de escuchar la historia, atónitos, subieron al Con da Ventureira para intentar encontrarse con la Moura, pero esta nunca más volvió.

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