Cultura Galega Adiós, ríos; adiós, fontes; adiós, regatos pequenos; adiós, vista dos meus ollos, non sei cando nos veremos. (Rosalía de Castro) Comería a túa alma coma quen come un ovo doce novo, perfecto microcosmos no seu óvalo de nacre. (Estíbaliz Espinosa) Idioma meu, homilde, nidio, popular, labiego, suburbial e mariñeiro, que fas avergoñar ó burgués, ó señorito i o tendeiro. (Manuel María Fernández) Ás veces fáltannos palabras e ás veces sóbrannos, ás veces fáltanos o tempo de dicilas e ás veces pásanos o tempo de calalas. (Baldo Ramos) Os soños cantan coa gorxa xeada, como esclavos fan tocar os tambores. (Manuel Rivas) Mexan sobre nós e temos que dicir que chove. (Castelao) Díxenlle á rula: Pase miña señora! E foise polo medio e medio do outono por entre as bidueiras sobre o río. (Álvaro Cunqueiro)

Diogo Alves, el gallego que aterrorizó Lisboa


En el siglo XIX y más concretamente en el año 1840, Diogo Alves que también era conocido por 'El asesino del acueducto', tenía a sus espaldas más de 60 asesinatos. Un golpe en la cabeza, les robaba todas las pertenencias que llevaban encima y luego, desde la pasarela del 'Acueducto de las Aguas Libres' las arrojaba al vacío para simular un suicidio. Esta era la forma tan particular que tenía de matar a sus víctimas.

Acueducto de las Aguas Libres, Lisboa

Al principio todo le salía bien, las autoridades confundían los asesinatos con suicidios porque el acueducto tenía una altura de 65 metros en su punto más elevado, y en aquel entonces era el lugar elegido por las personas que querían poner fin a sus vidas. Pero no iba a pasar mucho tiempo hasta que se dieron cuenta de que por las calles de Lisboa corría un rumor de un asesino llamado Diogo Alves. Las autoridades portuguesas empezaron a investigarle, hasta que en el año 1841 lo capturaron.

Lisboa

Fué ahorcado. Era una condena que hacía mucho tiempo que no se aplicaba en Portugal, pero quízas lo más sorprendente es que no fué juzgado por todos sus crímenes, si no que fue juzgado por asaltar y asesinar a un conocido médico y a su familia en su domicilio. Debido a la crueldad de sus crímenes, los científicos portugueses decidieron conservar su cabeza en un bote de Formol con el fin de estudiarla y analizar las raices de su maldad. Después de más de 150 años, su cabeza se encuentra en la Facultad de Medicina de la Universidad de Lisboa.

Cabeza de Diogo Alves en un bote de Formol.

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