Cultura Galega Adiós, ríos; adiós, fontes; adiós, regatos pequenos; adiós, vista dos meus ollos, non sei cando nos veremos. (Rosalía de Castro) Comería a túa alma coma quen come un ovo doce novo, perfecto microcosmos no seu óvalo de nacre. (Estíbaliz Espinosa) Idioma meu, homilde, nidio, popular, labiego, suburbial e mariñeiro, que fas avergoñar ó burgués, ó señorito i o tendeiro. (Manuel María Fernández) Ás veces fáltannos palabras e ás veces sóbrannos, ás veces fáltanos o tempo de dicilas e ás veces pásanos o tempo de calalas. (Baldo Ramos) Os soños cantan coa gorxa xeada, como esclavos fan tocar os tambores. (Manuel Rivas) Mexan sobre nós e temos que dicir que chove. (Castelao) Díxenlle á rula: Pase miña señora! E foise polo medio e medio do outono por entre as bidueiras sobre o río. (Álvaro Cunqueiro)

Ero de Armenteira


Armenteira es una parroquia perteneciente al municipio de Meis (Pontevedra) en cuyo monte Castrove se encuentra uno de los monasterios cistercienses más simbólicos de O Salnés: el monasterio de Armenteira.

Ero de Armenteira fundó el monasterio en el siglo XII, abandonando la vida cortesana y entregándose a una vida de recogimiento y oración.

Según la historia Ero de Armenteira y su esposa, que carecían de descendencia, tuvieron una noche un mismo sueño en el cual se les aparecía la Virgen. En dicho sueño la Virgen les indicaba que fundasen dos monasterios cistercienses, uno de hombres y otro de mujeres, asegurándoles así una descendencia espiritual más importante que su ansiada descendencia terrenal. A raíz del sueño Ero decidió convertir un palacio en monasterio y posteriormente su capilla en ermita, retirándose a una vida de ermitaño.

Ilustración de Ero de Armenteira

En torno al fundador del monasterio, surgió una bonita leyenda que narra como en uno de los habituales paseos de Ero por el bosque para sumirse en sus oraciones, se cobijó bajo un árbol quedando cautivado por el trinar de un pájaro. En este dulce y apacible estado permaneció 300 años. Tras pasar lo que creía una tarde en el bosque, regresó al monasterio y preguntó por los monjes sin que nadie pudiera contestarle. Entendió lo que había ocurrido y al presentarse como el abad Ero los monjes le pidieron que gobernara de nuevo el monasterio, hecho al que él se negó. Falleció al poco tiempo sin que nadie sepa dónde fue enterrado y todavía hoy se desconoce la localización de su sepulcro.

Ilustración de Ero de Armenteira

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