Cultura Galega Adiós, ríos; adiós, fontes; adiós, regatos pequenos; adiós, vista dos meus ollos, non sei cando nos veremos. (Rosalía de Castro) Comería a túa alma coma quen come un ovo doce novo, perfecto microcosmos no seu óvalo de nacre. (Estíbaliz Espinosa) Idioma meu, homilde, nidio, popular, labiego, suburbial e mariñeiro, que fas avergoñar ó burgués, ó señorito i o tendeiro. (Manuel María Fernández) Ás veces fáltannos palabras e ás veces sóbrannos, ás veces fáltanos o tempo de dicilas e ás veces pásanos o tempo de calalas. (Baldo Ramos) Os soños cantan coa gorxa xeada, como esclavos fan tocar os tambores. (Manuel Rivas) Mexan sobre nós e temos que dicir que chove. (Castelao) Díxenlle á rula: Pase miña señora! E foise polo medio e medio do outono por entre as bidueiras sobre o río. (Álvaro Cunqueiro)

La Bella Otero


Agustina Otero Iglesias, más conocida como Carolina Otero o La Bella Otero (Valga, Pontevedra, Galicia, España, 4 de noviembre de 1868 - Niza, Francia, 10 de abril de 1965) fue una bailarina, cantante, actriz y cortesana de origen español afincada en Francia y uno de los personajes más destacados de la Belle Époque francesa en los círculos artísticos y la vida galante de París.

Hija de una madre soltera muy pobre (Carmen Otero Iglesias), apenas tuvo acceso a una educación académica, tras padecer una agresión sexual a los diez años, huyó de casa unos meses después y no volvió nunca más a su pueblo natal, Valga. Tras la fuga decidió cambiar su nombre de pila Agustina por el de Carolina. Trabajó en una compañía de cómicos ambulantes portugueses. Al dejar la compañía se vio obligada a ejercer oficios muy humildes para salir adelante, como bailar en locales de la más diversa índole, e incluso llegar a ejercer la prostitución.

La Bella Otero

En 1888 conoció en Barcelona a un banquero que la quiso promocionar como bailarina en Francia y la llevó a Marsella. En cualquier caso casi en seguida empezó a promocionarse a sí misma hasta llegar a ser una bailarina conocida en toda Francia como La Bella Otero. En la promoción enfatizaba su origen español (muy exótico en Francia por entonces) y se presentaba artísticamente como andaluza y de origen gitano. La construcción del personaje artístico de Otero está tan llena de mitos que incluso han perdurado hasta nuestros días y aún hay biógrafos que sitúan su nacimiento en Cádiz, hija de una gitana. Actuó en Nueva York en 1890 y realizó giras por todo el mundo como bailarina exótica y actriz, consiguiendo fama internacional. Argentina, Cuba y Rusia fueron algunos de los países que visitó y actuó más veces. En este último llegó a conocer a Rasputín. Otero actuó durante muchos años en París en el Folies Bergère, donde era la estrella y en el Cirque de Eté. Se puede decir que fue la primera artista española conocida internacionalmente. Otero no era una bailarina profesional y su arte era más instintivo que técnico. Sus danzas eran una mezcla de estilos flamenco, fandangos o danzas exóticas. También era una cantante competente y tenía calidad como actriz. Representó Carmen de Bizet y piezas teatrales como Nuit de Nöel.

Otero, a pesar de sus éxitos profesionales, había conseguido ascender en el mundo artístico prostituyéndose y haciéndose amante de hombres influyentes. No era una práctica extraña que las artistas ejercieran de cortesanas para aumentar sus ingresos. En la Belle Époque era habitual y los hombres que podían pagar las astronómicas sumas que costaban estas cortesanas conseguían prestigio. Otero era una de las más famosas y cotizadas de la alta sociedad parisina. Fue amante de Guillermo II de Alemania, Nicolás II de Rusia, Leopoldo II de Bélgica, Alfonso XIII de España, Eduardo VII del Reino Unido y Aristide Briand (con quien tuvo una relación entrañable hasta la muerte del político), entre otros. Otero llegó a reunir una fabulosa fortuna que, debido a la ludopatía que padecía, fue dilapidando en los casinos de Montecarlo y Niza.

Retirada de los escenarios en 1910, se estableció en Niza, donde vivió hasta su muerte en 1965 totalmente arruinada y sola. Vivía de una pensión que le pasaba el Casino de Montecarlo en agradecimiento por los millones de francos que en él dejara. Nunca se casó. De su vida se han escrito varias biografías y se han hecho películas y series para la televisión. Debido a que Otero inventó parte de su pasado para obviar hechos como su violación o sus orígenes extremadamente humildes, muchas biografías, películas u otros trabajos en torno a su persona tienen datos inexactos y hechos que nunca sucedieron de verdad.

La Bella Otero

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