Cultura Galega Adiós, ríos; adiós, fontes; adiós, regatos pequenos; adiós, vista dos meus ollos, non sei cando nos veremos. (Rosalía de Castro) Comería a túa alma coma quen come un ovo doce novo, perfecto microcosmos no seu óvalo de nacre. (Estíbaliz Espinosa) Idioma meu, homilde, nidio, popular, labiego, suburbial e mariñeiro, que fas avergoñar ó burgués, ó señorito i o tendeiro. (Manuel María Fernández) Ás veces fáltannos palabras e ás veces sóbrannos, ás veces fáltanos o tempo de dicilas e ás veces pásanos o tempo de calalas. (Baldo Ramos) Os soños cantan coa gorxa xeada, como esclavos fan tocar os tambores. (Manuel Rivas) Mexan sobre nós e temos que dicir que chove. (Castelao) Díxenlle á rula: Pase miña señora! E foise polo medio e medio do outono por entre as bidueiras sobre o río. (Álvaro Cunqueiro)

La cueva de Serpe, el dragón de Friol


Siempre que podía, una doncella llamada Berta cabalgaba por los bosques de Friol, en Lugo, y su padre, el Señor de San Paio de Narla, no lo veía con buenos ojos, pese a que sus continuas ausencias le impedían ofrecer a su hija compañía y mayor control paterno.

Por eso no fue de extrañar lo que sucedió un día en medio de una cabalgada desenfrenada, puesto que la montura de la doncella terminó por desbocarse. Un hombre de la aldea vió lo que pasaba y, a riesgo de resultar pisoteado por los cascos de la bestia, consiguió aferrarse al animal y apaciguarlo. Luego acompañó a la mujer un trecho, pero al conocer quién era y dónde vivía, el campesino se retiró rápidamente. A pesar de ello, la muchacha quedó impresionada por la fortaleza y la valentía de aquel hombre.

Al día siguiente, salió en su búsqueda y no le fué muy difícil dar con él. Desde aquel momento se veían todas las tardes y el trato mutuo llevo al enamoramiento de ambos. Al principio, creían que su relación permanecía a salvo de dimes y diretes, pero en aquellos lugares la intimidad era algo raro. Pronto llegó a oídos del Señor de San Paio la amistad de su hija con un plebeyo, y estalló en un ataque de furia que derivó en la orden de apresar al aldeano que se había atrevido a acercarse a su hija.

Cerca de allí, el aldeano sabía que existía una cueva. Todos trataban de evitar esos parajes. En el pueblo decían que se trataba de la guarida de un dragón, al que llamaban Serpe. El hombre condujo a su amada hasta la cueva y se introdujeron en ella sin armas, hasta que apareció la cabeza de un enorme dragón que tenía las fauces abiertas y estaba dispuesto a matarlos.

Los caballeros que pisaban los talones a la pareja se habían quedado en la entrada de la cueva de Serpe, sin atreverse a ir más allá, aterrorizados por los rugidos y los gritos que llegaban hasta sus oidos desde el interior.

La doncella salió huyendo de la cueva de Serpe, enloquecida por el dolor de perder a su amado y la terrible escena que acababa de contemplar. Fue conducida a la torre de su padre, donde lloraba su tragedia y su soledad.

Cueva de Serpe, Friol, Lugo.

Desde aquel entonces, Serpe salía a menudo de su guarida. El dragón iba acabando con los ganados, y atacaba a cuantos encontraba a su paso en la zona cercana al que llamaban El Pozo de Serpe. Allí, un grupo de valientes consiguieron darle muerte envenenando al dragón.

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