Cultura Galega Adiós, ríos; adiós, fontes; adiós, regatos pequenos; adiós, vista dos meus ollos, non sei cando nos veremos. (Rosalía de Castro) Comería a túa alma coma quen come un ovo doce novo, perfecto microcosmos no seu óvalo de nacre. (Estíbaliz Espinosa) Idioma meu, homilde, nidio, popular, labiego, suburbial e mariñeiro, que fas avergoñar ó burgués, ó señorito i o tendeiro. (Manuel María Fernández) Ás veces fáltannos palabras e ás veces sóbrannos, ás veces fáltanos o tempo de dicilas e ás veces pásanos o tempo de calalas. (Baldo Ramos) Os soños cantan coa gorxa xeada, como esclavos fan tocar os tambores. (Manuel Rivas) Mexan sobre nós e temos que dicir que chove. (Castelao) Díxenlle á rula: Pase miña señora! E foise polo medio e medio do outono por entre as bidueiras sobre o río. (Álvaro Cunqueiro)

El Hortensia y su paso por Galicia


El ciclón Hortensia se formó al suroeste de las Azores y fue localizado por la oficina de información y seguimiento de ciclones de Miami. Su movimiento fue hacia el Oeste, luego al Norte y, posteriormente al Este, movimiento que duró unos ocho días. 

El lunes, en esa posición, muy proxima a las Azores, la citada oficina de información y seguimiento dejó de seguir su trayectoria, al perder las características de ciclón tropical. Esto ocurre siempre que el ciclón alcanza latitudes próximas a los 40º: pierde su energía, envejece y acaba incorporándose a la circulación general.

Un ciclón es una borrasca violenta cuyo diámetro oscila de 80 a 400 kilómetros. Se les puso siempre nombres de mujer al considerar que su comportamiento es muy imprevisible. Ante las protestas de grupos feministas, actualmente se alternan los nombres femeninos con los masculinos.

El miércoles 3 de Octubre de 1984, toda la red de alerta de Protección Civil de Galicia se ponía en marcha ante la llegada del ciclón Hortensia que estaba prevista para el 4 de Octubre.



La Xunta ponía en marcha todos sus dispositivos de protección y el Hortensia hacía su llegada. Derribó el simbólico Tilo de Ares, en la costa ferrolana, la legendaria carballeira de Escairón, en la montaña lucense, o los vetustos robles de Santa Susana, en Santiago. 

Los daños en pérdidas ascendían a 9149 millones de las antiguas pesetas (54.986.597,43 millones de euros), cifra estimada en aquel entonces por el 'Conselleiro de Agricultura' Fernando Garrido.

El viento racheado alcanzó plusmarcas históricas en algunos puntos, como por ejemplo en el 'Aeropuerto de Lavacolla', que acabó rompiendo los cristales de la torre de control.

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