Cultura Galega Adiós, ríos; adiós, fontes; adiós, regatos pequenos; adiós, vista dos meus ollos, non sei cando nos veremos. (Rosalía de Castro) Comería a túa alma coma quen come un ovo doce novo, perfecto microcosmos no seu óvalo de nacre. (Estíbaliz Espinosa) Idioma meu, homilde, nidio, popular, labiego, suburbial e mariñeiro, que fas avergoñar ó burgués, ó señorito i o tendeiro. (Manuel María Fernández) Ás veces fáltannos palabras e ás veces sóbrannos, ás veces fáltanos o tempo de dicilas e ás veces pásanos o tempo de calalas. (Baldo Ramos) Os soños cantan coa gorxa xeada, como esclavos fan tocar os tambores. (Manuel Rivas) Mexan sobre nós e temos que dicir que chove. (Castelao) Díxenlle á rula: Pase miña señora! E foise polo medio e medio do outono por entre as bidueiras sobre o río. (Álvaro Cunqueiro)

La leyenda del nombre del pueblo de Cariño, en Ortegal


Es bien sabido que Cariño fue alzado en las cercanías de la Punta do Castro, donde existió un asentamiento de castros. Cuenta una leyenda que en ese castro habitaba el Señor do Castro, a quien le falleció la más hermosa y rubia de sus hijas, y que fue enterrada en una mámoa en la cumbre de la vecina sierra de A Capelada.

Un buen día tiempo después, pasó navegando frente a Ortegal una expedición marina. Era Ith, el hijo del rei celta Breogán, quien iba acompañado de otros cuarenta y nueve jefes celtas en busca de las tierras de Irlanda. El Señor do Castro y sus hijos se unieron a Ith y, mientras marchaban por la bocana de la ría, miraron hacia la sierra para decir: "¡Adiós, cariño!". Y de ahí viene el nombre de la villa.

Otra leyenda señala que por estas tierras solamente moraban un matrimonio de marineros con sus 10 hermosas hijas solteras. Las jóvenes, que conocían perfectamente todas las piedras y acantilados de la costa, encontraron un día a trece náufragos que venía agarrados a restos de una embarcación defenestrada. Por supuesto, las jóvenes los ayudaron y los llevaron hacia casa, cuidándolos por una temporada en la que comenzaron a enamorarse los unos de los otros. Pero como los hombres era trece, tres de ellos sobraban, así que acordaron echar a suertes quién debía irse.

Los tres perdedores marcharon apenados hacia sus tierras de origen, con el resquemor del amor perdido y, cuando fueron preguntados de dónde venían, contestaron al mismo tiempo: "De la villa de los amores, donde todo es cariño".

Imagen aérea del pueblo de Cariño y el Cabo Ortegal

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