Donde hoy se levanta el castillo de San Antón, A Coruña, se alzaba anteriormente una pequeña capilla de una sola nave dedicada a San Antón, que llegó a vivir 115 años y era experto en dar capones al demonio cuando se le aparecía.
El paso de los siglos convirtió A Coruña en el puerto de partida hacia Génova, Flandes, La Rochela y las Indias Occidentales. Cuando Carlos V la visitó el 14 de abril de 1520, el consejo local le hizo ver la necesidad de una sólida defensa contra los ataques de los navíos ingleses. El Rey ordenó la fortificación de la ciudad y la construcción de un castillo en la isla de San Antón.
Las obras se prolongaron a lo largo del siglo XVI (en el que soportaron las correrías de la armada inglesa) y buena parte del siglo XVII (con el acoso naval de la flota del arzobispo de Burdeos en 1639).
Actualmente el Castillo de San Antón es un museo arqueológico e histórico (inaugurado en 1968) cuyas dependencias son las derivadas de los trabajos en San Antón a partir de 1777, cuando se instala en A Coruña el Cuerpo de Ingenieros del Ejército y se inicia una serie de proyectos encaminados a terminar con el carácter isleño de San Antón, dotándolo de una batería baja, un pequeño puerto, una coraza de almenas, una capilla y una casa del gobernador.
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