Cultura Galega Adiós, ríos; adiós, fontes; adiós, regatos pequenos; adiós, vista dos meus ollos, non sei cando nos veremos. (Rosalía de Castro) Comería a túa alma coma quen come un ovo doce novo, perfecto microcosmos no seu óvalo de nacre. (Estíbaliz Espinosa) Idioma meu, homilde, nidio, popular, labiego, suburbial e mariñeiro, que fas avergoñar ó burgués, ó señorito i o tendeiro. (Manuel María Fernández) Ás veces fáltannos palabras e ás veces sóbrannos, ás veces fáltanos o tempo de dicilas e ás veces pásanos o tempo de calalas. (Baldo Ramos) Os soños cantan coa gorxa xeada, como esclavos fan tocar os tambores. (Manuel Rivas) Mexan sobre nós e temos que dicir que chove. (Castelao) Díxenlle á rula: Pase miña señora! E foise polo medio e medio do outono por entre as bidueiras sobre o río. (Álvaro Cunqueiro)

Los hórreos de Combarro


Los hórreos son una especie de almacén o despensa donde antiguamente se guardaban los alimentos de la casa familiar (maíz, patatas, jamón, pescado). Originariamente, en la localidad de Combarro (Poio, Pontevedra), las paredes de los hórreos eran de cañas trenzadas y el tejado de paja, de ahí que  se les denominase 'palleiras'. 

Posteriormente, se optó para su construcción por materiales más resistentes, como la madera o la piedra. Los hórreos que se conservan en la orilla del mar son aproximadamente de entre los siglos XVIII y XIX.

Se colocaban sobre columnas para evitar que la humedad del suelo o los ratones estropeasen la cosecha. De hecho, las piedras circulares que hay sobre las columnas se les hace llamar 'tornarratos', ya que su utilidad principal era impedir que los roedores llegasen al interior del hórreo.

Pero lo que hace de los hórreos de Combarro un elemento original y único en el mundo, es la enorme cantidad de estas construcciones que se conservan y la ubicación de 30 de ellos alineados a lo largo de la costa. 

Hórreos de Combarro, Poio, Pontevedra.


Y, ¿por qué colocar un hórreo al lado del mar? Muchos de los vecinos de Combarro poseían tierras al otro lado de la Ría, por lo que decidieron que el mejor medio para transportar las cosechas sería por mar, y para ello, nada mejor que colocar las despensas justo en la costa, para descargar directamente las barcas sin necesidad de transportar la mercancía por los complicados caminitos que entonces existían.

Este sistema, a pesar de ser cómodo para los campesinos de Combarro, también trajo muchos problemas, ya que algunos piratas, arribaban a la costa en marea alta para saquear los hórreos de los vecinos.

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