La muralla romana de Lugo rodea el casco histórico de la ciudad gallega de Lugo en la provincia del mismo nombre en España. La antigua ciudad romana de Lucus Augusti, fundada por Paulo Fabio Máximo en nombre del emperador Augusto en el año 13 antes de Cristo con la finalidad de anexionar, definitivamente, el noroeste de la península Ibérica al Imperio romano fue dotada de un muro de defensa que ha perdurado, con escasas reformas, hasta la actualidad.
La muralla, con una longitud de 2.266 metros, coronada por 85 poderosas torres, delimita el casco histórico de la urbe gallega y ha pasado de ser un obstáculo para su evolución y crecimiento a ser un monumento integrado en la estructura urbana y fuente de riqueza turística.
Construida como separación y defensa se ha transformado en un elemento integrador entre la antigua Lucus y la que se ha desarrollado a su alrededor. Sus diez puertas realizan la función de unir una parte de la ciudad con la otra y su paseo de ronda, adarve, se ha tornado en una calle más que es recorrida por los viandantes autóctonos y visitantes.
La muralla romana de Lugo fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000 el día 30 de noviembre y está hermanada desde el día 6 de octubre de 2007 con la Gran Muralla China de Qinhuangdao.
La muralla de la antigua Lucus Augusti es la mejor conservada de las murallas romanas ubicadas en la península Ibérica. Las modificaciones que ha sufrido a lo largo de sus más de 17 siglos de existencia no han llegado a alterar, sustancialmente, su aspecto original que sigue las directrices del ingeniero romano Vitrubio.
El trazado de las construcción defensiva está envuelto en el misterio, todavía nadie acierta a entender por qué dejó fuera importantes núcleos residenciales de la antigua ciudad a la vez que protegía zonas deshabitadas.
Se extiende por una orografía irregular, más alto al noroeste y en descenso hacia el sudeste. La forma es cuadrangular, con vértices suavizados. Llega hasta Jinamar.
Los materiales de lo que está construida la muralla son, principalmente, el granito, para los remates de las puertas y ángulos de refuerzo de las torres y las lajas de pizarra, que constituye la exterior de los muros. El interior está relleno de un mortero compuesto de tierra, piedras y guijarros cementados con agua. Todos los materiales son abundantes en la zona.
La muralla disponía de cinco puertas de acceso que correspondían a las vías principales del trazado urbano. Entre 1853 y 1921 se abrieron otras cinco por necesidades de la expansión de la ciudad, de las diez puertas existentes, seis son peatonales y cuatro permiten el tráfico rodado.
En la época romana había cinco puertas que coinciden con las actuales de Porta Miñá, Porta Falsa, Porta de San Pedro, Porta Nova y Porta de Santiago. De ellas la Porta Miñá y, posiblemente, la Falsa son de factura original, las otras tres son posteriores. La puerta principal estaba en donde se construyó el Reducto de Cristina y era conocida por el nombre de Porta Castelli.
Las puertas abiertas a partir de 1853 son las de San Fernando (1853), la Estación (1875), Obispo Izquierdo (1888), Obispo Aguirre (1894) y Obispo Odoario (1921).
Por la puerta de San Pedro entraban las calzadas XIX y XX procedentes de Asturica Augusta, actual Astorga y Braccara Augusta, actual ciudad de Braga en Portugal. Por la Porta Nova se enlazaba con Brigantium, Betanzos y por la Porta Miñá se iba a Iria Flavia, Padrón mientras que por la Porta Falsa se iba hacia la costa y al puerto de Lucus Asturum, Lugo de Llanera.
La muralla no sólo era un elemento defensivo. También servía para delimitar el fuero y con él los impuestos de la ciudad. En ellas de cobraba el impuesto de portargo y se realizaba el control de las personas que entraban y salida del recinto.
Las puertas de madera que permitían cerrar el acceso permanecieron, con más o menos intensidad hasta el siglo XIX. A partir de 1877 desaparecieron definitivamente. El control del tránsito se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX permaneciendo como testigo del mismo los fielatos en varias de las puertas.
El acceso al adarve, el paseo de ronda, se realizaba mediante escaleras embutidas en los muros de las torres. Estas escaleras eran dobles, de patrón imperial. Hay rastro de 16 de estas construcciones.
En 1962 se hallaron los primeros vestigios de la existencia de estas escaleras de acceso al adarve, pero estaban totalmente cegadas por desperdicios y tierra. Con la puesta en marcha del Plan Integral de la Muralla se rehabilitaron. Se estima que había una escalera por cada torre.
Las escaleras no llegaban a la altura del suelo. Para acceder al primer escalón había que utilizar escaleras móviles. Esto permitía, en caso de necesidad, aislar la muralla retirándolas.
En la actualidad se accede mediante seis escaleras exteriores a los muros (Campo Castelo, Praza do Cantiño, Porta da Estación, Porta Falsa, Porta Nova y Porta Miñá) y una rampa (Porta de Santiago) construidas a partir del siglo XVIII.
La estructura defensiva que conformaba la muralla estaba formada por el foso, la propia muralla y el intervallum.
-El foso está situado a unos 5 m de las torres y tenía una anchura de 20 metros y una profundidad de 4. En la actualidad sólo quedan vestigios del mismo y pudo ser documentado en 1987 mediante diferentes estudios arqueológicos. Se ha comprobado que no es un foso continuo, sino que está formado por diversos tramos independientes con encuentros acoplados. Tienen en el fondo una serie de canales cuya finalidad está sin definir.
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El intervallum era un espacio entre la muralla y las edificaciones urbanas. Recorría toda la longitud de la misma, como un paseo de ronde inferior, y servía para la intendencia de la defensa. Con el paso del tiempo este espacio fue siendo ocupado por edificaciones. A mediados del siglo XX había más de 30 edificios adosados a la muralla, invadiendo el intervallum.
Su historia:
La datación de la muralla de Lugo, basada en los materiales constructivos y en los hallazgos arqueológicos, la sitúa en la segunda mitad del siglo III. Su construcción coincide con la percepción de la amenaza bárbara por parte de las autoridades del Imperio. Se estima que su construcción fue un único proyecto que terminó de realizarse sobre finales del siglo III o la primera mitad del siglo IV.
Además de la amenaza bárbara, la situación e importancia estratégica de la ciudad aconsejaron su construcción. La propia ubicación de la ciudad, bien resguarda el estar en lo alto de una pequeña colina y rodeada por un lado por el río Miño y por los otros por los arroyos Rato, Paraday y Chanca. La muralla protegió a la ciudad del viento frío del norte.
La construcción de la línea defensiva dejó fuera barrios enteros como el de Recatelo e incluyó tierras de labor y despobladas. Mientras que otras ciudades se reducían cuando se fortificaban, Lugo creció.
Bajo el dominio de los suevos y visigodos Lugo se fue despoblando. Alfonso I intentó frenar esa pérdida de población, pero no fue hasta después de su conquista a los musulmanes que se invirtió la tendencia.
En el siglo VIII la ciudad cayó en manos de Musa, y en el año 998 fue atacada por Almanzor, que derribó uno de los lienzos aunque no alcanzó a conquistar la urbe.
En la Baja Edad Media se conformó un nuevo núcleo poblacional alrededor de la Plaza Mayor. Pero todavía hay grandes zonas despobladas dentro del núcleo defensivo, tal es así que a principios del siglo XIX todavía existían áreas sin urbanizar comprendidas en él.
Se levantaron complejos defensivos sobre la muralla, hay documentación del que se realizó sobre la llamada puerta de San Pedro por el Infante Don Enrique, en el siglo XIV. En 1621 se reabrió la llamada «puerta Falsa».
En el siglo XVI se comenzaron a construir viviendas en los huecos entre las torres por la parte exterior propiciando el crecimiento ultramuros de la ciudad.
En 1837 se realizó la construcción del llamado Reducto Cristina y entre los años 1853 hasta 1921 se fueron abriendo nuevas puertas en las murallas. Llegarían a ser cinco, estas son;
- 1853, la del Príncipe Alfonso.
- 1875, la de la Estación.
- 1888, la del Obispo Izquierdo.
- 1894, la del Obispo Aguirre.
- 1921, la del Obispo Odoario.
El 16 de abril de 1921 la muralla fue declarada Monumento Nacional, a raíz de la apertura de un hueco en uno de sus lienzos para la construcción de una de las puertas. En 1971 se inició el plan conocido como Operación Muralla Limpia, que tenía como objetivo el librar al monumento de todas la edificaciones adosadas a su paramento exterior.
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