Cultura Galega Adiós, ríos; adiós, fontes; adiós, regatos pequenos; adiós, vista dos meus ollos, non sei cando nos veremos. (Rosalía de Castro) Comería a túa alma coma quen come un ovo doce novo, perfecto microcosmos no seu óvalo de nacre. (Estíbaliz Espinosa) Idioma meu, homilde, nidio, popular, labiego, suburbial e mariñeiro, que fas avergoñar ó burgués, ó señorito i o tendeiro. (Manuel María Fernández) Ás veces fáltannos palabras e ás veces sóbrannos, ás veces fáltanos o tempo de dicilas e ás veces pásanos o tempo de calalas. (Baldo Ramos) Os soños cantan coa gorxa xeada, como esclavos fan tocar os tambores. (Manuel Rivas) Mexan sobre nós e temos que dicir que chove. (Castelao) Díxenlle á rula: Pase miña señora! E foise polo medio e medio do outono por entre as bidueiras sobre o río. (Álvaro Cunqueiro)

Bonaval, el hombre santo


En el siglo XII, la rúa de Bonaval, en la que actualmente se emplaza el convento de Santo Domingo, estaba extramuros de la ciudad. En estos días surgió un pleito entre los monjes del citado convento de Santo Domingo, y algunos de los vecinos de Compostela. La esencia de este conflicto, se hallaba en la posesión del Campo de las ruedas o baldío del concejo, sitio en la actual Rúa das Rodas.

Este conflicto se resolvió en juicio a favor de los monjes, resolución que no fue aceptada por el pueblo compostelano que la consideraba injusta, ya que el pueblo era quien tenía derecho de uso y disfrute de esas tierras.

Convento de Santo Domingo, en la calle de Bonaval, en Santiago de Compostela

Juan Tourum, herrero de profesión, se erigió en el cabecilla de las reivindicaciones populares. Según la leyenda Juan Tourum fue hecho prisionero y juzgado de una forma injusta, siendo condenado a morir en la horca, en el monte de la Almáciga. Esta condena exaltó todavía más al pueblo, sin embargo sus protestas cayeron en saco roto. Cuando la comitiva que trasladaba a Juam Tourum al lugar de su ejecución pasaba por delante de la iglesia de la Virgen de Belén, el reo condenado, le imploró ayuda con las palabras: "ven e váleme" (ven y ayúdame). Pocos metros después Juan cayó muerto como por milagro, y de sus ropas empezó a emanar un aroma suave y delicado.

La multitud, atónita por el desarrollo de los acontecimientos, arrebató el cuerpo custodiado por la guardia del arzobispo, gritando "¡é un santo!", "¡e un home santo!". La emoción iba creciendo entre la gente que pugnaban por un trozo de las ropas de Juan, que consideraban reliquias.

Tiempo después Juan Tourum fue enterrado enfrente de la iglesia de la Virgen de Belén, con una lápida que recordaba su historia y de cómo la Virgen le ayudó no morir en la horca. Sobre esta lápida, se levantó un cruceiro que era conocido con el nombre de "cruceiro do home santo". La callé comenzó a llamarse de "Bonaval", como recuerdo al "bon aval" que Juan tuvo con la intercesión de l Virgen. Otros investigadores atribuyen el nombre de Bonaval al de "buen valle", como evolución de la expresión latina "bona vale". Actualmente hay una calle en Compostela llamada "rúa do home santo de Bonaval", en recuerdo de Juan Tourum.

Calle de Bonaval

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