Cultura Galega Adiós, ríos; adiós, fontes; adiós, regatos pequenos; adiós, vista dos meus ollos, non sei cando nos veremos. (Rosalía de Castro) Comería a túa alma coma quen come un ovo doce novo, perfecto microcosmos no seu óvalo de nacre. (Estíbaliz Espinosa) Idioma meu, homilde, nidio, popular, labiego, suburbial e mariñeiro, que fas avergoñar ó burgués, ó señorito i o tendeiro. (Manuel María Fernández) Ás veces fáltannos palabras e ás veces sóbrannos, ás veces fáltanos o tempo de dicilas e ás veces pásanos o tempo de calalas. (Baldo Ramos) Os soños cantan coa gorxa xeada, como esclavos fan tocar os tambores. (Manuel Rivas) Mexan sobre nós e temos que dicir que chove. (Castelao) Díxenlle á rula: Pase miña señora! E foise polo medio e medio do outono por entre as bidueiras sobre o río. (Álvaro Cunqueiro)

El fantasma Marrequiño


En la Casa da Escusalla, en Ludeiros, municipio de Lobios, Ourense, que está deshabitada desde hace mucho tiempo y en estado ruinoso, tuvo una especial importancia en el siglo XVIII. Además de tener una gran capilla posee una leyenda sobre la existencia del fantasma llamado "Marrequiño".

El último huésped de la gran casa fue un guardia portugués llamado Tío Roque, que la habitó a principios del siglo pasado. Por aquel entonces, tanto él como los vecinos de Ludeiros fueron testigos de las apariciones en las noches de luna llena. 


Tras la muerte del Tío Roque, no hubo más residentes en la casa, tan sólo unos indigentes portugueses que sólo se refugiaron un día y no quisieron volver a repitir ante las apariciones que dijeron que tuvieron que soportar durante toda la noche.

El fantasma se trata de un fraile sin cara, que se aparece, según los vecinos, con dos damas, paseando por las ruinas del lugar e invitando a los que se acercan a que no lo repitan. La opinión de los vecinos es unánime, en la Escusalla "algo hay". 

La 'casa da Escusalla'.


El culpable de las apariciones es el "cura Roiz", clérigo de Manín en el siglo XVIII. Éste sacerdote tenía aires de cacique y dinero en abundancia para afrontar una obra de ésta embergadura para la época. Contrató a operarios portugueses, con jornales mucho más bajos que los gallegos. Pero cuenta la leyenda que para no gastar su dinero los mataba y los enterraba en una fosa que daba al río Limia. Todas éstas ánimas son las que, según los creyentes de las apariciones, vagan por la casa por la noche.

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