Dice la leyenda, que cuando los árabes llegaron a Galicia, los devotos de la Virgen de A Franqueira ocultaron la imagen para que no cayese en manos de infieles. Al parecer, dicha imagen se ocultó en una gruta del monte Paradanta, un lugar conocido como Coto da Vella, porque allí la encontraría una anciana muchos años después.
Cierto día, cuando ya estaba haciéndose de noche, una pastora iba a recoger su ganado cuando llamó su atención un resplandor en lo más alto de unas rocas. Acercándose al lugar lentamente, vio una imagen entre los peñascos. Era la imagen de 'Nosa Señora da Franqueira'.
El lugar, demasiado pedregoso, no era apropiado para levantar allí una ermita donde poder venerarla, por lo que los vecinos empezaron a discutir acaloradamente por ver donde se le rendiría culto.
Como no se sabía si la gruta de la aparición pertenecía a Luneda o a A Franqueira, los feligreses de ambas parroquias decidieron poner el asunto en manos de Dios, con lo que montaron a la Santa en un carro tirado por bueyes y dejaron que fuera la divina providencia quien guiara a las bestias.
Al soltar a los animales, empezaron a dar vueltas y a recorrer la zona, tomando finalmente el camino más franco, por lo que hoy se conoce su destino final como A Franqueira.
Se sabe que en A Franqueira hubo un asentamiento monástico, tal vez fundado ya en el siglo VI por San Martiño de Dumio.
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