Cultura Galega Adiós, ríos; adiós, fontes; adiós, regatos pequenos; adiós, vista dos meus ollos, non sei cando nos veremos. (Rosalía de Castro) Comería a túa alma coma quen come un ovo doce novo, perfecto microcosmos no seu óvalo de nacre. (Estíbaliz Espinosa) Idioma meu, homilde, nidio, popular, labiego, suburbial e mariñeiro, que fas avergoñar ó burgués, ó señorito i o tendeiro. (Manuel María Fernández) Ás veces fáltannos palabras e ás veces sóbrannos, ás veces fáltanos o tempo de dicilas e ás veces pásanos o tempo de calalas. (Baldo Ramos) Os soños cantan coa gorxa xeada, como esclavos fan tocar os tambores. (Manuel Rivas) Mexan sobre nós e temos que dicir que chove. (Castelao) Díxenlle á rula: Pase miña señora! E foise polo medio e medio do outono por entre as bidueiras sobre o río. (Álvaro Cunqueiro)

Castillo de Vimianzo


El Castillo de Vimianzo, que pertenecía a los Moscoso de Altamira, empezó a construirse en el siglo XIII. Todo el espacio alrededor del castillo era el lugar por donde se movía la gente. Si esa gente era enemiga, el castillo daba la voz de alarma y organizaba la defensa. Si por el contrario, era gente amiga, el castillo era el punto donde pagar por atravesar ese espacio llevando mercancías de un lugar a otro.



El Castillo de Vimianzo lo controlaba todo. Su forma, un rombo rodeado por un foso ovalado y con un puente un poco ladeado con respecto a la puerta principal, situada al pié de la torre del homenaje, orientada al sur.

Los Moscoso de Altamira vendieron Vimianzo a la familia Martelo, a finales del siglo XIX. En 1936, el alcalde frentepopulista de Vimianzo, decidió tomar pacíficamente las que entonces se llamaban Torres de Martelo. 

Lo hizo al frente de una manifestación que puso las banderas republicana, socialista, comunista y de la UGT sobre las ruinas de 4 torres. Menos de un año después, un tribunal militar de A Coruña condenaría a muerte al secretario del ayuntamiento, Andrés García Ferreiro, y a cadena perpetua a varios de los que le secundaron en aquella 'ocupación', en el cual no se derramara ni una sola gota de sangre. 



El alcalde, José Alborés Gándara, O Cordas, igualmente condenado a la pena capital, se mantuvo oculto durante 14 años por los montes de la Terra de Soneira. Nadie rastreó su paradero desde las torres de Vimianzo.

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